El actual sistema político está
basado en un principio contractualista, es decir, el hecho de ir a
votar es refrendar el contrato mediante el cual renuncio a mis
libertades y acepto que sea el Estado quien me proporcione y
garantice derechos. De no ser garantizados por el Estado tendría yo mismo que procurarmelos. Así renunciamos a
libertades para obtener derechos tales como a la seguridad, el
trabajo bien remunerado la educación, salud, vivienda, acceso a la
justicia, entre otros muchos, cada vez mas.
Desde la implementación del
neoliberalismo, estos viejos derechos (obligación del Estado) se han
venido desmontando a conveniencia, para permitir el enriquecimiento
de algunos. De este modo lo que antes eran derechos ahora se han
privatizado y convertido en mercancías o servicios, dirigidos a
quienes puedan pagarlos. Servicios proporcionados por el Estado han
sido privatizados por particulares hasta que los llevan a la
quiebra, momento en que pasan a ser “rescatados” con dinero
público y ya que son nuevamente rentables vuelven a ser
privatizados. Así se pierden los derechos y se lucra con las
necesidades, en aras del enriquecimiento de unos cuantos.
La situación actual es que los
derechos, aunque enunciados por doquier, no son de modo alguno una
realidad tangible.
En México la obligación de brindar
seguridad, no existe, ni al trabajo remunerado, tampoco a la
educación o salud de calidad, ni qué decir de vivienda o acceso a
la justicia. Cada día tenemos más derechos para enunciar pero sin
que tengan efectos reales en nuestra vida.
Si la premisa de que yo vote supone
refrendar la renuncia a mi libertad para obtener Derechos que no se
cumplen, entonces a mi me parece un absurdo. El Estado ha perdido su
razón de ser. No soy yo quien falta a lo pactado, ha sido el Estado
neoliberal (esto es capitalista y preocupado sólo en favorecer la
acumulación de unos cuantos), quien ha roto el pacto. Así que yo
obro en consecuencia y no voy a refrendarlo. Hoy en Puebla el 55% de
los poblanos optamos por nuestra libertad desconocemos al Estado y
consideramos inútiles los derechos que se supone garantiza. Ahora
nosotros, que somos la mayoría, tenemos la obligación de construir
modos que nos garanticen una vida digna esa que el Estado se ha encargado sistemáticamente de negarnos.
La tarea pendiente es lograr que el 95%
de los ciudadanos dejen de votar y en su lugar creen asambleas para que seamos nosotros mismos quienes atendamos nuestros problemas. Con democracia directa y
organización asamblearia lograremos quebrarle la espalda al actual
sistema de representación electoral que no nos representa y además
nos usurpa.
Finalmente quiero decirle a esos que se
sienten ganadores. No ganaron, Ganamos quienes estamos en contra de
ustedes, quienes estamos hartos. Quienes no votamos somos más que
ustedes incluso juntos. No se equivoquen pensando que tienen una
patente de corso para sus estupideces y ambiciones. No jueguen con
nuestro hartazgo. Queremos que se vayan todos, pero aún no hemos
encontrado el modo civil y pacífico de lograrlo. Ya lo estamos
buscando y pronto, muy pronto lo encontraremos. Y no es amenaza es
justicia. Lo que buscamos es una justicia que, por cierto, no cabe en
sus códigos ni en sus juzgados, una que sus jueces corruptos no
comprenden. La justicia de la historia, del pueblo organizado y
recuperando su dignidad.
Enrique Maraver
Gracias a Lorena Gómez Blanco por su pregunta y por las imágenes que tomé de su muro en Facebook