
¿Por qué participar?
El maíz es un cereal fabuloso que está en boca de todos, pero pocos saben que es un cultivo acechado por múltiples y graves amenazas:
* La pobreza rural y la emigración del campo han puesto los saberes tradicionales en peligro de desaparecer. Cada vez menos personas sabemos sembrar y preparar al maíz.
* En lugar de apoyar a los campesinos para que puedan sembrar y vivir de su trabajo, el gobierno privilegia los intereses comerciales de los gigantescos productores de maíz de Estados Unidos, haciendo a México dependiente de las importaciones de grano provenientes de ese país. Esto nos hace muy vulnerables, pues si fallan las cosechas de ese país, si caen o aumentan los precios, o si simplemente deciden NO vendernos ese alimento por cuestiones políticas, los mexicanos nos quedaríamos sin qué comer.
* Junto con la cultura rural se está erosionando, sin remedio, la agrodiversidad de los maíces mexicanos. Esto es gravísimo, porque además de perder variedades hermosas, sabrosas y especiales por diferentes razones estamos perdiendo variedades que tienen la capacidad de enfrentar enfermedades conocidas y por conocer; que toleran sequías o inundaciones; que se siembran en diferentes alturas y diferentes climas y en suma, que podrían ayudarnos a enfrentar los desafíos de la contaminación, el cambio climático y otros problemas futuros hoy imprevisibles.
* Unas cuantas transnacionales como Monsanto, están invirtiendo grandes recursos para experimentar con la modificación genética del maíz así como en su privatización a través de patentes. La propiedad comunitaria de las semillas del maíz podría perderse y transformarse en propiedad privada.
* Algunos agricultores del norte del país, de los que reciben apoyos del gobierno y sin escrúpulos están introduciendo y sembrando ilegalmente maíz transgénico en México, lo que provoca la contaminación de los maíces mexicanos con polen transgénico. Los efectos a mediano y largo plazo de esta contaminación sobre el medio ambiente y la salud son desconocidos.
* Otro grupo de productores sin escrúpulos, asociados con industriales insisten en elaborar biocombustibles con maíz, aún cuando la ley lo impide, lo que pone en riesgo el abasto y precio de este grano fundamental, del que depende la alimentación de la mayor parte de la población del mundo en desarrollo.
* En Estados Unidos se esta utilizando el maíz para producir fármacos, creando maíces “bioreactores” que expresan substancias anticoagulantes o espermaticidas. Si estos maíces se fugan de los campos de experimentación (como ya ha ocurrido con los maíces transgénicos) o se introducen ilegalmente a México (como ya ha ocurrido en Chihuahua) los maíces bioreactores podrían contaminar nuestros maíces comestibles y estaríamos comiendo una tortilla con un anticoagulante, con lo que se haría incomible nuestro alimento básico.
* Todo esto representa una gravísima amenaza para los mexicanos, que dependemos del maíz para sobrevivir.
Pese a las protestas, proyectos, propuestas presentadas por la sociedad civil para resolver estos conflictos, el gobierno no hace nada para defender a los campesinos, la producción rural y la riqueza genética de los maíces mexicanos.
Si no aprendemos más, si no nos organizamos y trabajamos, si no apreciamos y protegemos a nuestro alimento Madre, los mexicanos estaremos en vías de perder nuestra más preciosa herencia.
Estaremos en el triste camino de extinguirnos nosotros mismos.
Este es el momento de actuar para defender al maíz y defendernos a nosotros mismos.
Frente al hambre, la pobreza y los peligros tecnológicos, financieros y comerciales que enfrenta el maíz y nosotros, los hombres y mujeres del maíz, vamos a celebrar al maíz para aprender, gozar, fortalecer nuestra cultura y a los pueblos campesinos y garantizar que en ninguna mesa mexicana falte el delicioso, generoso y bienhechor maíz del que está hecha nuestra Nación.
¡Sin maíz no hay país!
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